domingo, 29 de agosto de 2010

James Holston anda Arjun Appadurai. Cities and Citizenship

El término ciudadano proviene etimológicamente del contexto urbano, es decir, se considera en este sentido como ciudadano a toda aquella persona que pertenecía a una ciudad determinada. Esto, sin embargo, fue utilizado por el Estado-nación como una forma de legitimar la pertenecía de sus súbditos al sistema y como forma de extender los límites de la ciudad para encuadrar a masas enteras.


Ante ello, la estrategia del Estado-nación representaba una exclusión hacia aquellos sectores de la sociedad que no sentían esa pertenecía nacional y que, por ende, representaban el rechazo por parte del sistema. En consecuencia, surgieron movilizaciones sociales que ponían en tela de juicio la igualdad ciudadana, lo cual contribuyo a la posterior crisis de la ciudadanía nacional. Además, el fenómeno de la globalización aportó a la crisis su granito de arena al hacer que la ciudadanía quedará en contradicción en aquellos casos en los que se migraba o simplemente se iban adquiriendo nuevos valores de otros lugares, dada la gran rapidez informativa.

Así pues, la era gloriosa de la ciudadanía nacional ha terminado. Nos encontramos en un momento en el que se vuelve a los orígenes para poder responder la cuestión de la ciudadanía contemporánea. Por esta razón se ha vuelto la mirada hacia la ciudad como aquella proveedora en un primer momento de ciudadanía. La ciudad es hoy por hoy el lugar en el que se recrean y reproducen los efectos globales, es el espacio por excelencia de la identificación de la globalización, pero además es el espacio de encuentro local, el área protagonista de las relaciones sociales de las regiones de los países.

Por lo anterior, la ciudad representa el sitio privilegiado para la constante reorganización de la ciudadanía. La ciudad representa pues la localización de las relaciones globales. Por esta razón se produce un nuevo tipo de ciudadanía: la ciudadanía sustantiva. Este tipo de ciudadanía se contrapone a la ciudadanía formal al no depender del reconocimiento oficial y al no hacer necesaria la pertenencia al Estado-nación para conseguir dicha condición. Sin embargo, la ciudadanía sustantiva tiene dos pequeños inconvenientes: en primer lugar, el hecho de que se exagere el localismo de la ciudadanía y se genere un individualismo conforme al espacio en el que se habita y por ende, y en segundo lugar, se tienda a una eliminación de la comunidad más allá de la ciudad.

Estos problemas de la ciudadanía sustantiva de la ciudad si bien representa un grave riesgo para la adecuada reproducción de esta, no son en sí un impedimento para que se generé una ciudadanía que reconozca la diversidad de diferencias que convergen en un mismo sitio y que trata de convivir con el otro por medio de la tolerancia y equidad, dejando atrás a los antiguos valores de la ciudadanía nacional, al mismo tiempo que se identifica no mediante la diferencia, sino con la diferencia, con el otro y consigo mismo. Para ejemplificar de manera más clara basta mencionar el reciente caso de la lucha de sector gay de la sociedad. Si bien los ciudadano gay siempre se han identificado con la ciudadanía formal, se han desenvolvido en una ciudadanía sustantiva, en la que se sienten por igual ante otros ciudadanos pesar de no haber sido reconocidos algunos derechos que a otros ciudadanos se les ha proporcionado (por ejemplo el de casarse y el de adoptar hijos). Sin embargo, con su constantes luchas y demandas han conseguido en la ciudadanía formal que les sean reconocidos ante el Estado algunas prácticas que estos ya reproducían en una ciudadanía sustantiva.

Así pues, si la ciudad ha “vuelto” a ser el espacio donde se genere una nueva ciudadanía, que además tendrá que tomar en cuenta aquellos lugares que no son urbanos y adecuarlos en la misma dinámica. Suponer que la ciudad es el lugar exclusivo de la ciudadanía es un error, no se trata de encerrar a la ciudadanía al espacio urbano, sino hacer de ese espacio urbano una puerta de entrada y salida de las diversas producciones y transformaciones de la condición ciudadana.

Esteva, Gustavo. Tepito: No thanks, first world.

En un contexto urbano en donde el error dicotómico de modernidad versus tradición domina el ámbito político y social, la reconversión de la ciudad, en términos estéticos y prácticos para la cúpula, afecta a aquellos espacios en los que se trata de sobrevivir dadas las carencias que se padecen y vivir según las propias costumbres del lugar.

Este es el caso del Tepito, en el Distrito Federal. Una comunidad (lo califico así dadas sus formas comunitaristas de organizarse) o barrio, como Esteva lo denomina, que conserva una cultura solidaria, política y económica y que lucha contra el gobierno local que trata de imponer un reorganización del sitio al estilo tabula rasa.

Para hacer efectiva su lucha, los tepiteños, han formulado un tipo de organización horizontal, puesto que si la organizaran de otra forma le sería relativamente fácil al gobierno corromperla, en el que se debate por medio del diálogo de la calle (lo que Habermas llamá como una cualidad deliberativa) y se acuerda en la asamblea. Así pues, su organización es de tipo informal, pero que les es funcional para negociar con el gobierno local y así preservar a su barrio.

Sin embargo, desde mi punto de vista tanto los tepiteños como el gobierno se han formulado una visión errónea de su adversario. En primer lugar, los tepiteños se han formulado una imagen violenta de sí mismos, lo cual produce que tanto la sociedad y el gobierno tomen distancia en cuanto a ellos, así pues la falta de servicios y su localidad exagerada hace que la inclusión en la ciudad les sea negada, por lo que la perspectiva que tienen del gobierno es de aquel que se les niega esa pertenencia y que a la vez los priva de servicios sociales básicos. Mientras tanto, el gobierno local al estar influenciado por las ideas de modernidad y de remodelación constante del espacio urbano se construye una perspectiva de eliminar por completo aquellos espacios tradicionales que no les son rentables y que además no concuerdan con la estética de la ciudad que se quiere construir, así pues, el gobierno ve a Tepito, y a todos aquellos lugares similares, como espacios obsoletos y por reconstruir sin tomar en cuenta a las personas que ahí habitan.

Dado que la dicotomía de modernidad/tradicional esta implícita en la perspectiva de ambos se sesga la propuesta de conformar un espacio en el que se conviva con servicios e infraestructura moderna con formas de organización y reproducción a la manera que más le guste al barrio, “tradicional” o “moderna”. Por ello, es importante tomar en cuenta que tradición y modernidad no están peleadas, sino que se complementan y que una perspectiva que las separe esta destinada a ser completamente errónea y, por ende, a dar resultados negativos para todas las partes que involucre.

jueves, 19 de agosto de 2010

Appadurai, Arjun (2002). "Deep Democracy: Urban Governmentality and the Horizont of Politics"

Para entender el concepto de Deep Democracy a la que se refiere en el texto cabe remitirse a los orígenes de esta forma de gobierno y a la etimología propia de la palabra. Democracia hace referencia a la forma de gobierno en el que el pueblo tiene el poder en la toma de desiciones del régimen, esta fue ejercida, en un primer momento, por la sociedad ateniense, en el que se daba vida a esta forma de gobierno mediante la participación directa de todos aquellos a los que se consideraba ciudadanos, es decir, en el sentido más simple la Democracia se refiere al gobierno de las mayorias. Sin embargo, con el paso de los siglos y las mil y una corrientes ideológicas que ha creado la humanidad esta forma de gobierno ha pasado de ser de directa a indirecta y de las mayorias a hacer creer que la toma de decisiones es de las mayorías y, por ende, a la exclución de sectores denominados minoritarios.

Ante esto Appadurai nos muestra un panorama de la Democracia clásica en “tiempos modernos”, en el espacio “moderno” por excelencia: la ciudad. Se trata de organizaciones de sectores excluidos por su gobierno que buscan ser parte del sistema no como la fuente barata de mano de obra, sino como base de una nueva organización dentro del sistema. Lo interesante de las organizaciones (SPARC, NSDF y Mahila Milan) no es su conformación en una alianza nacional, ni mucho menos con la supranacional SDI, sino más bien la reproducción de una organización horizontal de la sociedad, aquella que se ve limitada no solo en el ámbito económico, sino también en lo político y hasta en lo social.

Así, Democracia profunda nos remite a los orígenes mismos del sustantivo, al hacer ver que no sólo se trata un regimen de toma de decisiones de la cúpulas, sino que también de aquellos a los que se les niega representación y hasta se les ignora en los censos como parte de la sociedad.

Así pues, estas organizaciones (cada una con autonomía propia y organización colectiva entre ellas) se organizan mediante una lógica del ahorro, fomentando al mismo tiempo una “ideología compartida” para el aprendizaje de valores democráticos y de un alternativa de organización. Basados en los principios de una organización transparente, no jerárquica, antiburocrática y antitecnócrata (y organizados en un primer momento por demandas primas de seguridad de la tenencia de la tierra, vivienda digna y al acceso de servicios básicos) han generado consecuencias secundarias como la visibilidad de la sociedad que los trataba de ignorar y la de la aceptación de su propuesta organizativa como una fórmula viable para los régimenes democráticos.

Aunque en un primer momento el objetivo principal de estas organizaciones era el de aliviar las grandes carencias de sus miembros, ha dejado huella importante no sólo en la fraternidad que los ha hecho organizarse, sino también en la forma misma de su organización. Ante ello surgen preguntas como ¿si este tipo de organización es viable para otras partes del planeta? y si ¿sería posible la permanencia de este tipos de organizaciones al no haber una organización jerárquica que controle?, ya que según algunos teóricos esto podría finalizar en un pandemonium de participación y no llegar a ningún acuerdo general, cosa que lamentablemente se ha comprobado empíricamente.

Al respecto cabe mencionar el comentario de un economista a cerca de este tipo de organizaciones horizontales, de su importación hacia otros ámbitos de la sociedad y hacia otros países. Para el caso mexicano (en cuanto a un gobierno horizontal) habría que tomar muy en cuenta las "estructuras administrativas rígidas, piramidales y autoritarias"1, además de la cultura histórica paternal que la sociedad aun padece. La organización de la ejemplificación de Apparudai claramente se limita sólo a contextos y sociedades específicos, pues si bien no cabe duda de su existencia, se ven claramente limitados por otras cuestiones, ya sean culturales, sociales o políticas.

1. Urzua, Carlos (2002) "Empresa modelo", en: EL UNIVERSAL, 3 de mayo 2002.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Harvey, David (2008); The Right to the City, New left review 53, sep-oct 2008

Dentro de un marco de globalización y neoliberalismo en el que los espacios públicos poco a poco van formando parte no ya de un área de recreo y de desarrollo humano, sino de actividades con fines de lucro, la ciudad se sitúa en un contexto en el que es, en un primer momento, el lugar propicio para la interacción mercantil, pero al mismo tiempo, en un segundo momento, el clímax en la historia de los asentamientos humanos.
Esta relación de ambos fenómenos sociales hace de la ciudad la arena de lucha a la manera marxista (idealizando un poco): en el que el proletariado defiende el asentamiento urbano dadas las grandes ventajas que representa en los ámbitos culturales, políticos y sociales para el desarrollo de las capacidades intelectuales de los que ahí habitan, pero que es a la vez codiciada por los burgueses por la ventaja económica que representa, el gran mercado de masas, y que por esta razón comete deformidades a los espacios y en la toma de decisiones en la reproducción del área urbana.
Esta problemática de intereses (burdamente ejemplificada) nos hace ver que la ciudad representa no sólo el lugar propicio que los seres humanos han creado para su reproducción y recreación, sino que además es de gran valor comercial dado el mercado que en él se reproduce. Este último produce un fenómeno interesante que Harvey recupera en el texto, el hecho de que las cúpulas hagan ver a la ciudad no como algo que sus propios habitantes crean, transforman y reproducen, sino más bien como algo ajeno que les es proporcionado y que se sumerge en una lógica capitalista de consumo.
Esto hace que los sectores "populares" de la sociedad  sean excluidos en la toma de decisiones para la “planeación urbanistica”  y  que esta se reproduzca sólo en una la lógica del consumo, lo cual conlleva  a que la ciudad sea una herramienta fundamental para el sistema, produciendo los excedentes necesarios para el capitalismo, pero a costa de grandes “sacrificios” sociales. Son bastante las ejemplificaciones que se pueden hacer de ello, pero para ilustrar de manera más clara expresare mi experiencia al respecto. En el actual gobierno municipal de la ciudad de Oaxaca de Juárez, al inicio de la gestión, se propuso una "remodelación" del centro histórico de la ciudad, con el fin de darle mejor presentación para el sector turistico que es de suma importancia para la generación de ingresos de la ciudad. Sin embargo, dicha remodelación sólo contempló un nuevo asfalto de las calles y algunos mejoramientos efimeros del Zócalo de la ciudad. Esto dejó en claro que el motivo de esta "remodelación" urbana únicamente era para beneficiar a las empresas de los políticos (además de desviar la atención de otros problemas que no fueron resueltos) y dejaron de lado el bien común, el motivo por el que se habían justificado. Como prueba de lo anterior es la nula toma en cuenta de la ciudadanía al respecto de las obras, ya que, según una nota de un periodico local de la entidad oaxaqueña (1), no se les avisan a los vecinos de la ciudad en donde se iniciaran las nuevas obras de remodelación y cuales será las vías alternas a utilizar. Además, como lo menciona Terán Bonilla, investigador de estudios históricos de la UNAM a el diario el noticias (2), las obras del centro histórico de la Ciudad de Oaxaca de Juárez sólo pueden tomarse como "caprichos gubernamentales" ya que estas han provocado alteraciones a una ciudad considerada como patrimonio cultural de la humanidad (UNESCO, 1987) y declarada zona de monumentos (INAH).
Si bien la ciudad es uno de los bastiones de la desigualdad capitalista no hay que olvidar el hecho de que este es un asentamiento humano, hecho primeramente por sus habitantes, no por los comerciantes. Estar conciente de esta lógica simple es hacerse dueño de la ciudad, recuperarla, saber que sin ciudadanos no hay ciudad. Siguiendo esta línea, aunque el autor no propone algo explicito para recuperar el espacio urbano, yo considero importante el aporte de Jordi Borja (3) al proponer a la ciudad como un espacio de acercamiento entre gobernantes y gobernados, al hacer valido el estado de ciudadano estamos formando parte de las desiciones estatales y de la creación, tranformación y recuperación de la ciudad.

1)"Molestia e irritación por las obras del centro" en: Noticias de Oaxaca, 9 de marzo del 2010, consultado en: http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/molestia-e-irritacion-obras-centro

2) "Obras del centro histórico, caprichos gubernamentales" en: Noticias de Oaxaca, 19 de junio de 2010, consultado en: http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/obras-del-centro-historico-caprichos-gubernamentales

3) Borja, Jordi "Ciudadanía y espacio público", consultado en: http://www.laciudadviva.org/export/sites/laciudadviva/recursos/documentos/archivos/JordiBorjaciudadaniayespaciopublico.pdf