domingo, 29 de agosto de 2010

Esteva, Gustavo. Tepito: No thanks, first world.

En un contexto urbano en donde el error dicotómico de modernidad versus tradición domina el ámbito político y social, la reconversión de la ciudad, en términos estéticos y prácticos para la cúpula, afecta a aquellos espacios en los que se trata de sobrevivir dadas las carencias que se padecen y vivir según las propias costumbres del lugar.

Este es el caso del Tepito, en el Distrito Federal. Una comunidad (lo califico así dadas sus formas comunitaristas de organizarse) o barrio, como Esteva lo denomina, que conserva una cultura solidaria, política y económica y que lucha contra el gobierno local que trata de imponer un reorganización del sitio al estilo tabula rasa.

Para hacer efectiva su lucha, los tepiteños, han formulado un tipo de organización horizontal, puesto que si la organizaran de otra forma le sería relativamente fácil al gobierno corromperla, en el que se debate por medio del diálogo de la calle (lo que Habermas llamá como una cualidad deliberativa) y se acuerda en la asamblea. Así pues, su organización es de tipo informal, pero que les es funcional para negociar con el gobierno local y así preservar a su barrio.

Sin embargo, desde mi punto de vista tanto los tepiteños como el gobierno se han formulado una visión errónea de su adversario. En primer lugar, los tepiteños se han formulado una imagen violenta de sí mismos, lo cual produce que tanto la sociedad y el gobierno tomen distancia en cuanto a ellos, así pues la falta de servicios y su localidad exagerada hace que la inclusión en la ciudad les sea negada, por lo que la perspectiva que tienen del gobierno es de aquel que se les niega esa pertenencia y que a la vez los priva de servicios sociales básicos. Mientras tanto, el gobierno local al estar influenciado por las ideas de modernidad y de remodelación constante del espacio urbano se construye una perspectiva de eliminar por completo aquellos espacios tradicionales que no les son rentables y que además no concuerdan con la estética de la ciudad que se quiere construir, así pues, el gobierno ve a Tepito, y a todos aquellos lugares similares, como espacios obsoletos y por reconstruir sin tomar en cuenta a las personas que ahí habitan.

Dado que la dicotomía de modernidad/tradicional esta implícita en la perspectiva de ambos se sesga la propuesta de conformar un espacio en el que se conviva con servicios e infraestructura moderna con formas de organización y reproducción a la manera que más le guste al barrio, “tradicional” o “moderna”. Por ello, es importante tomar en cuenta que tradición y modernidad no están peleadas, sino que se complementan y que una perspectiva que las separe esta destinada a ser completamente errónea y, por ende, a dar resultados negativos para todas las partes que involucre.

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