martes, 9 de noviembre de 2010

The Homeless Body. Samira Kawash


Existe una doble importancia del espacio público. La primera refiere al espacio-contexto propicio para la socialización, para entablar las relaciones necesarias para que una sociedad pueda funcionar “normalmente”. La segunda es un poco más compleja, refiere al hecho de que para utilizar el espacio público es necesaria una condición básica, ser potentado de alguna propiedad privada, es decir, que para poder gozar lo público hay que adquirir en primer lugar lo privado.
            Esta contradicción del espacio público viene a afectar a aquellos que no cuentan con una propiedad privada y lo único que les queda es la pública. Sin embargo, al estar privados de la condición para la utilización del espacio público se criminaliza su condición, del vagabundo, del indigente, del sin casa.
            La contradicción del uso del espacio público y de la criminalización de la condición de los pobres viene acompañada con el término de minorías. En América Latina existen aproximadamente 98 millones de indigentes, cifra que representa la misma cantidad de la suma de las poblaciones de Inglaterra, Bélgica, Austria, Finlandia y Suiza (1). Utilizar el término de minorías para la población que representa la suma de la población de seis países es muestra clara de la discriminación que se hace hasta este sector.
            Ante esta discriminación no es de sorprenderse los casos en los que se trate de eliminar a este sector, ya sea por medio maltrato o explotación laboral o sexual. Para una ejemplificación más clara esta la “limpia social” que el Gobierno del Distrito Federal trato de implementar a finales del año pasado en la ciudad capital. En esta limpia social se “rescataron” a 105 indigentes, pero de forma violenta y la mayoría al parecer contra su voluntad fueron obligadas a acceder a este “rescate” (2).
            Sin embargo, a pesar de la denuncia de hicieron las Asociaciones Civiles respecto a este acto del gobierno, el doble discurso persevero. Sin bien en el momento se actuó bajo la lógica de discriminación, de criminalidad y de extinción, en el discurso las autoridades gubernamentales declararon quetodas las personas que viven o hacen su vida en las calles tienen derechos y debemos respetarlos. Estar en las calles no es un delito” (2), declaración que contrasta totalmente con el actuar del gobierno ya que quejas de vecinos de la delegación Iztacalco demuestran que el gobierno en su “rescate” de un sector de la ciudad los deja abandonados en otro sector a fin de no dañar la imagen da la ciudad.
            Los homeless body, para utilizar el término de Kawash, no constituyen un sector al que hay que eliminar, sino evitar y rehabilitar. Evitar en el sentido de creación de empleos, ampliación de la educación y de servicios básicos y rehabilitar en el sentido de que si bien es imposible acaparar a toda la población si se pueden implementar políticas que fomenten la ayuda a este sector que en vez de minoría cada día se convierte en mayoría, al sumarse los desempleados de la crisis que acaba de pasar.

(1)Orlando, John (2006) “El drama de América Latina. La región de los 98 millones de indigentes”, en: La Jornada, domingo 5 de febrero de 2006, fecha de acceso 5 de noviembre, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2006/02/05/mas-orlando.html
(2)Bolaños, Claudia, Grajeda, Ella y Archindia, Mónica (2009) “Denuncian limpia social; SSP lo niega” en: El Universal, miércoles 9 de diciembre de 2009, fecha de acceso 5 de noviembre 2010, disponible en:http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/99053.html
(3)Kawash, Samira (1998) “The homeless body” en: Public Culture, 10(2): 319-339

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