El modelo urbano actual, genera un falso imaginario, una utopía de la ciudad. Si bien las relaciones de la sociedad en los espacios urbanos tienden a ser conflictivas por el uso mínimo del espacio, no es una regla, sin embargo el modelo urbano moderno, al fraccionar a la ciudad y al reducir no sólo el espacio público sino que además las relaciones sociales, provoca que los habitantes de la ciudad dejen de valorar al asentamiento moderno por excelencia y que, por ende, aspiren a destrozarla por medio de fraccionamientos, privadas, residencias que poco ayudan a la dinámica urbana.
La atomización de la ciudad se puede ver desde diferentes perspectivas, la política, la cultural, la social, la económica, pero es una la que nos muestra la forma de percibir cotidianamente a la sociedad urbana, desde sus habitantes, sus gobernantes, sus cuidadores, desde los incluidos y los excluidos, esta es la visión sociológica del cine. En este sentido, son tres las películas que nos dan un panorama del problema urbano: La Zona, Ciudad de Dios y Tropa de Élite. Estas películas nos muestran como las diferentes ciudades del mundo tienden a reproducir el modelo urbano fraccionario de diferentes formas, para analizar cada una de las formas analizare a continuación la perspectiva de cada una de las películas a cerca del fraccionamiento urbano, sin pretender abundar demasiado en el desarrollo de la película, sino más bien destacando las críticas implícitas y explicitas que se hacen en cada una de las películas.
En la película “La Zona” nos muestra la parte más tangible de la atomización urbana, la actual tendencia de los fraccionamientos residenciales por medio del uso de materiales que dividan a sectores de la sociedad. En “La Zona” se muestra la utopía de las residencias, como auto-sostenibles y que por ende no dependen del resto de la sociedad. Sin embargo, este representa algunos problemas que claramente se enmarcan en la película, y que los anuncios publicitarios ocultan. En primer lugar dentro de “La Zona”, si bien existe una relativa igualdad entre sus habitantes, este no reproduce necesariamente el sistema democrático como tal ya que al considerar sólo a los residentes del lugar como iguales, excluye a toda la demás población y, por ende la discrimina. En segundo lugar, relacionado con lo anterior, dada la falta de democracia, las relaciones sociales en la zona no son horizontales, sino todo lo contrario, tienden a ser verticales, imponiendo una total subordinación sobre las persona que trabajan para los residentes de la zona. En tercer lugar, dada la segregación espacial que el fraccionamiento de la zona hace al separarse con muros del resto de la sociedad, también se da una segregación y separación de clases de la sociedad, acentuando la desigualdad social.
Mientras tanto, en la película de “Ciudad de Dios” se da un panorama similar al de “La Zona”, pero resaltando más los símbolos exclusionarios más que los materiales que se ocupan para tal propósito. En ésta película se resalta el hecho de que en el imaginario social de los residentes de la favela persiste el panorama de que su comunidad ha sido excluida del resto de la sociedad, ante ello lo que está prohibido en otros lugares del mismo país, en la favela se hace accesible, “la excepción se vuelve regla”. Este imaginario, sin embargo juega dos papeles fundamentales para entender la lógica de la favela: en primer lugar al ser excluidos de la sociedad, los residentes de la favela rechazan al otro y se identifican a la vez con la otredad; en segundo lugar al no considerarse incluidos dentro de la sociedad brasileña saben que su actuar no afecta a esta y que por ello al moverse dentro de esta no afectan a nadie más que a ellos. Esta barrera simbólica que resalta “Ciudad de Dios” es muestra de la exclusión subjetiva del actual modelo urbano, no sólo se trata de una segregación espacial de la ciudad, sino también de una segregación en las relaciones sociales urbanas.
Estas tres películas a pesar de ver el problema urbano desde perspectivas diferentes, pero relacionadas, deja en claro que la exclusión de la sociedad y la inclusión en el fraccionamiento son mutuamente excluyentes y que por ende, su contradicción deja en entre dicho la validez del actual modelo urbano, que si bien no es forma en la forma de “hacer ciudad” si se ha forjado como una tendencia en la mayoría de las ciudades del mundo.
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