martes, 9 de noviembre de 2010

Fortress L.A. (Los Ángeles) Mike Davis


Un nuevo modelo urbano ha venido emergiendo a la par de la tercera revolución industrial, con la era de la información. Se trata de un nuevo paradigma en la concepción del asentamiento humano, el cual trata más que nada de “remediar” los errores de la socialización, la cohesión y la unidad de la sociedad.
Esta nueva perspectiva empírica urbanística se basa en la individualización de la sociedad, de atomizarla, de salvarla de sí misma. El nuevo modelo urbano se enfoca en el encierro y la formación de nuevas comunidades dentro de la ciudad, es decir, en la conformación de fraccionamientos.
El nuevo paradigma no es exclusivo de espacios urbanos con diversidad étnica, como Mike Davis nos hace ver en el caso de Los Ángeles, en Estados Unidos, sino también de urbes que concentran a una mayoría poblacional de la misma cultura y que por diferentes razones siguen la misma tendencia a la atomización de la ciudad. Si bien en ambas se utiliza la simbología del prestigio y del estatus como identidad, como nos dice Méndez et al. “el espacio ha de consumirse tras la cualificación material, el tratamiento simbólico y el acotamiento parcelario derivado de capacidades adquisitivas y expectativas de estilo de vida, una identidad prefabricada” (2005: 1), el fundamento común de este nuevo estilo de “hacer” ciudad es el discurso de la seguridad
            Existe una gran variedad de ciudades que siguen esta tendencia al fraccionamiento y a la atomización de la misma, sin embargo para este caso sólo se tomaran a Ciudad Juárez, Tijuana y Nogales como similares al proceso urbano que también se está viviendo en Los Ángeles. Así, mientras en Los Ángeles (LA) se trata de destruir el espacio público “para reducir el contacto con los intocables”, en las ciudades fronterizas (Tijuana, Ciudad Juárez y Nogales) se fracciona el espacio público por medio del muro, del fraccionamiento cerrado como “nueva forma de habitar” el espacio urbano.
            Esta tendencia al separatismo y la destrucción de la socialización urbana resulta en una dinámica urbana negativa al hacerla menos cohesionada y más violenta. Como nos dice Borja (1998: 14) “el espacio público interesa porque es allí donde se manifiesta con más fuerza la crisis de "ciudad" o de "urbanidad". Si no existe un lugar donde socializar, donde entablar relaciones sociales, es por lógica que siempre se verá al otro como un enemigo, no como un conocido, un vecino o un amigo, se tiende pues a provocar un Estado Naturaleza, como lo describe Hobbes, en el asentamiento humano moderno.
            La seguridad es el fundamento tanto de las ciudades fronterizas como de LA, sin embargo, en cada una de ellas se toma de diferente perspectiva para conseguir el mismo fin: la segregación social. Mientras en LA el discurso de la seguridad se matiza más “como un símbolo de prestigio”, dado que es una ciudad con gran número de migrantes provenientes de diversas partes del mundo, este símbolo de prestigio se refiere no solo al sentido material, sino también cultural, enfatizando más éste último. Basado en ello se reducen los espacios públicos convirtiendo a los parques en ruinas, cerrando patios de recreo y prohibiéndolas, en caso de que aun sigan abiertas, para los jóvenes de clases bajas o de distinta etnia a la predominante (Davis, 1990).
En contraste, las ciudades fronterizas si bien rescatan el mismo discurso de la seguridad como un símbolo de prestigio material, enfatizan más la violencia vivida en esas ciudades dado la actual “guerra contra el narcotráfico” y sus consecuencias directas: la lucha por obtención de plazas o de mercados, el tráfico de armas y los enfrentamientos directos entre el ejército y los narcotraficantes. Así lo demuestran dos notas en el Universal: la primera a inicios del 2010 (11 de febrero) “Ciudad Juárez (una de las ciudades fronterizas analizadas) presenta una tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, superior en 757% a la media nacional”; y la segunda a mediados del mismo año (12 de junio) “la frontera ya no es sólo un paso de “espaldas mojadas”, es también una zona de violencia extrema, pandillas y mafias que genera una descomposición social acelerada”. La seguridad se presenta pues como un oasis a ese estado de guerra, lo cual es claramente aprovechado por las inmobiliarias para reforzar la tendencia a la segregación social.
En ambos casos, sin embargo, persiste el papel fundamental de los medios de comunicación para evocar imaginarios peligrosos. En efecto según Davis los medios de comunicación cumplen la “función de enterrar y ocultar la violencia económica cotidiana de la ciudad” (1990: 3), los anuncios publicitarios exhiben símbolos, imágenes y palabras de fraccionamientos cerrados con el fin de exaltar el discurso de la seguridad y una vida tranquila que no se vive fuera de ellas (Méndez et al. 2005). De igual manera Borja nos dice que “en esta nueva ciudad las infraestructuras de comunicación no crea centralidades ni lugares fuertes, más bien segmentan o fracturan el territorio y atomizan las relaciones sociales” (1998: 14), es decir, los medios de comunicación refuerzan la tendencia a la atomización de la ciudad. La tv se presenta entonces como el único lugar virtual en común de la ciudad, proveedor, más no recibidor, de la forma de cómo construir y constituir al espacio urbano.
En conclusión, y retomando la idea de dos autores, este nuevo modelo urbanístico está “destinado no sólo para matar a la calle, sino también para matar a las masas, para eliminar ese aditivo democrático de las aceras y los parques” (Davis, 1990: 7). Si el proceso no se revierte, al menos en el mediano plazo, es muy probable que el tejido urbano continúe fragmentándose y que la segregación social consolide la desigualdad en las regiones metropolitanas (Borja, 1998). La democracia como forma de gobierno y como esencia en las sociedades constituye, entonces, una utopía que cada día se aleja más. 

(1)Borja, Jordi (1998); “Ciudadanía y espacio público” en: Ambiente y Desarrollo, Vol. XIV, No. 3, septiembre.
(2)Davis, Mike (1990) ‘‘Fortress LA’’ En: City of Quartz: Excavating the Future of Los Angeles, New York and London: Verso Ltd., pp. 224, 226–36, 244, 246, 248, 250–3, 257–8, 260–3.
(3)Méndez, Eloy, Rodríguez, Isabel y López, Liliana (2005); “El modelo actual de la ciudad fronteriza mexicana. Urbanismo yuxtapuestos y herméticos” en: Revista Bifurcaciones, Número 4.
(4)Petersen Farah, Diego, “La frontera caliente” en: El Universal, México, 12 de junio de 2010, fecha de acceso 5 de noviembre 2010, disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/48680.html
(5)Zárate, Alfonso, “Tejido social rasgado” en: El Universal, México, 11 de febrero de 2010, fecha de acceso 5 de noviembre de 2010, disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47345.html

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